Mañana regresamos a Canada después de casi 10 semanas en México, así que Jay y yo no podíamos de dejar de ir a sentarnos en nuestra banca en la plazuela de la iglesia de San Sebastián. Es la banca en la que en Octubre de 2004 Jay me pidió que me casara con él. Cada vez que estamos en México vamos ahí y nos tomamos una foto. Queremos vernos a través de los años. Cumpliremos 8 años de casados este próximo agosto y ha sido una vida hermosa al lado de Jay y ahora mucho más con nuestro retoño con nosotros.
Diego, eres muy afortunado hijo mío al tener un padre como lo tienes.
Al regresar a casa, fué tiempo para disfrutar del agua en el Jacuzzi. No cabe duda que Diego ama el agua; no paraba de salpicar y salpicar.