Anoche empezó a nevar y para esta mañana todo estaba cubierto ya de blanca y cristalina nieve. Se ve muy lindo cuando está recién nevado, lo que no es tan lindo es manejar en calles resbalosas y quitar la nieve de la entrada del coche.
Llegamos con bien a casa de los abuelos para dejar a Diego y él tuvo un buen día. Jared iba a cantar junto con el coro de su escuela en el centro comercial, así que sus abuelos fueron a verlo y como tenían de encargo a Diego y Ethan, de paso se los llevaron. Diego más que feliz de haber ido nuevamente al tren de Santa y para cerrar con broche de oro hasta sus abuelos les compraron papas a la francesa.
De regreso a casa, otra aventura. Llegamos con bien, pero de tanta nieve, el carro se me quedó atorado a mitad de la entrada del coche. Comimos y aunque Diego quería ayudarme a quitar la nieve, él solo me vió por la puerta. Mis brazos, piernas y espalda tenían que entrar en acción para remover la nieve y desatorar el coche. Pude hacer solo la mitad y era hora de poner a Diego en la cuna. Cuando me estaba preparando nuevamente para salir a quitar el resto, cual va siendo mi sorpresa que mi vecino Jules, ya había terminado de quitar la nieve. Él vino con su máquina y lo hizo rápido. Después de limpiar mi entrada se fué a con otros dos vecinos e hizo lo mismo. Dios lo bendiga por su buena voluntad pues mi espalda ya no daba para más.
Por supuesto antes de que Diego durmiera, nos pusimos a armar un rompecabezas de una granja.
...y sigue aún con su cobija por todos lados. Esta vez la lleva de cojin en su camión de bomberos.