Sydney, Jonas y Diego se divirtieron como nunca, acariciaron a los cochinos, se deslizaron por la resbaladilla, no sé cuántas veces y acarrearon grava de un lugar a otro, sin descanso alguno. Eso si, su apetito estuvo de primera después de todo ese ejercicio y al menos, Diego, durmió como bebé. No importa cuan enlodados acabaron, lo importante fue que se divirtieron.