Me gusta ver a Diego sonriente y así me gusta terminar el día, pero hoy Diego no se portó muy bien. Estaba preparando la comida y el estaba en la cocina conmigo, él tiene permiso para abrir una de las puertas de lo gabinetes donde están los contenedores de plástico, pero nada más. Diego empezó a abrir las otras puertas y varias veces le dije que no y lo dirigí en otra dirección, pero seguía insistiendo. Lo llevé a la sala y le mostré sus juguetes, pues no se quedó ahí y empezó a llorar; regresó a la cocina y siguió abriendo las puertas, entonces lo puse en su cuna y por supuesto lloró y lloró. Después de un rato fuí por él y hablé conn él, le dije que tenía que aprender a obedecer y que ante todo lo amaba. La mejor parte fue cuando le dije que me diera un abrazo y extendió sus pequeños brazos y rodeo mi cuello acurrucándose en mi hombro. No me gusta ver llorar a mi niño, parte mi corazón, pero veces será necesario por su propio bien.
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