Siempre es un gusto regresar a casa y pasar tiempo con Diego. Como cada miércoles Jay se queda la noche en Oshawa y es tiempo entonces para disfrutar como mamá e hijo solamente. Aunque después de comer quedó un tiradero en la cocina y había ropa que echar a la lavadora también, Diego y yo preferimos disfrutar la tarde en la alberca y fuimos a nadar. Apenas le dije que si quería ir a nadar y para pronto ya estaba brincando de alegría y gritando "berca, berca, berca." Una vez estando en el agua, el disfrutó como niño que es. Cuando se avienta al agua es ahora mucho más atrevido, eso sí.
Listo para dormir.
Ahora, está durmiendo como un angelito y yo limpiando la cocina y poniendo la ropa en la secadora, pero lo nadado nadie nos lo quita.
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