Diego ya sabe como culpar a otros por sus actos. Estaba jugando con su cocina de juguete y él la tiró intencionalmente, yo estaba a unos pasos de ahí. En cuanto cayó al piso, tomó a su conejo y como si estuviera platicando de frente con él le dijo: "No, conejo, no tires la cocina al piso". Así es, resulta que el culpable fué su conejo. Solo reí y reí.
Esta es la cara de travieso de mi niño hermoso.
Por otro lado, los antojos ya están a la orden del día. Hoy degustamos de unas ricas enchiladas de pollo con chile rojo y queso cotija.
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