Al llegar a la casa esta tarde, recibí uno de los mejores abrazos en mi vida. Diego me recibió con una gran sonrisa y un abrazo fuerte. Después al terminar de comer, algo pasó y empezó a llorar, me buscó y nuevamente me abrazó fuerte. Diego no es mucho de dar abrazos, así que hoy hasta me dió doble.
Después de comer fuimos él y yo a cosechar algunos tomates verdes a la huerta de Ryan y Amanda. Diego feliz, pues aprovechó para jugar con Sydney.
Y para antes de dormir, no hay como disfrutar de una buena lectura con papá.
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